Sin embargo, algunos de estos atajos no vuelven a repetirse más en todo el trayecto restante. Aparecen en una, dos, incluso tres ocasiones, pero a la cuarta negativa, desaparecen. Y finalmente terminamos echándolos de menos cuando reparamos en ellos y en el bien que nos podrían haber hecho de haberlos tomado.
Por eso, cuando damos con una nueva oportunidad, la cogemos con fuerza, y la llevamos a cabo, pueden suceder dos cosas: O que salga mal, o que salga bien. Si sale mal y el atajo ciertamente no tenía salida, es tan sencillo como retornar al camino por el que íbamos, o coger otro atajo. Y si sale bien, se convierte automáticamente en nuestro sendero base. Es como una especie de entramado bastante complejo que no daría para un mapa.
Mi consejo en estos casos siempre es el mismo. ARRIESGARSE. No dejar una oportunidad sin aprovechar, sin probar, sin saber qué nos puede ofrecer y qué no. No cerrar más puertas que las que por sí solas quisieron cerrarse. No perder el tiempo en volver a abrir unas veredas que no merecían la pena, pues el camino es largo y no será la única que se cierre, como tampoco que se abra.
Aún quedan muchos kilómetros, y muchas ojeadas a vuestras brújulas para dar con la oportunidad final. Dejar huella o ser una huella
Mi última entrada del año, os deseo lo mejor para el 2012 (: ¡FELIZ AÑO NUEVO!
No hay comentarios:
Publicar un comentario