Me contaron una vez que hay personas que mienten tanto que acaban creyendo sus propias mentiras... Entonces pensé, que si sonreía tantas veces al día, tal vez acabaría creyéndome mi propia felicidad.

28 de diciembre de 2011

from nowhere


¿Qué ocurrió conmigo, con quien solía ser? Aquel brillo verde que guiñaba en mitad del marrón de mis ojos ya no está. ¿Por qué se marchó, adónde fue? Y la suavidad que siempre pensé que era envidiable de mi piel, se ha transformado en un territorio árido donde ni siquiera los cuervos harían su ronda.

Y, ¿qué pasó para que mi lengua dejara de decir verdades? Ahora tan sólo se deja sobrevivir entre medias confesiones en susurros, miradas bajas, y manos que tiemblan. Compañeros más que de alcohol, de venas, de vicios, de penas.

Antes yo también solía amar a la música. El toque de su hechizo era capaz de transformarme de forma tan magnífica, que conseguía olvidar todo cuanto me afligía, o me preocupaba en tan sólo un par de acordes. Pero sus notas comenzaron a ser ruido, el ruido en un murmullo tenue, y de ahí pasó a convertirse en nada. Más nada que todo lo que había antes en su lugar.

El dolor, el llanto, y la soledad los considero hoy mis escapatorias. La vía fácil hacia una tranquilidad que parece no llegar sino alejarse más y más. Y mientras, todas aquellas personas que conozco han logrado darle la vuelta al tablero...En cuanto a mí, yo todavía sigo al principio de mi primera carrera.

¿Esperanza? ¿Optimismo? ¿Paciencia?¿Promesas?... ¿Qué significaban aquellas palabras en mi antigua vida, aquella a la que desearía regresar? Volver a tener ilusión sin motivos un día cualquiera, o sonreír por cualquier detalle que me hubiera inspirado y luego escribirlo aquí, como ansiosa por contároslo. Engullir un libro tras otro, apuntando ideas importantes en mi pequeña libreta de desvaríos varios, subrayar frases interesantes, o poder enriquecer así mi línea filosófica... Echo de menos todo eso.

Sin embargo, comencé el año creyendo que sabía cómo era el mundo, y terminaré el año sin conocerme a mí siquiera. Con el mismo corazón malherido, ajado y harapiento que al principio, con la misma ignorancia entremezclada con tristeza de todas y cada una de las mañanas, y con el mismo vacío lacerante en mi interior. Pero sin tener ni idea de quién soy, o adónde voy exactamente.

Mas aún ahora, que miro detenidamente cada una de mis cicatrices, sigo creyendo que puedo conseguir mi oportunidad. Deliro, desvarío, descoordino. Pero a pesar de todo, la niña perdida que vive en mi bragueta siento cómo se aferra con más fuerza si cabe a mi cintura. No quieren que la separen de mí y no pienso consentir que lo hagan.

...Habrá cosas que siempre tenderán a cambiar. Mi espíritu no es una de ellas.


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