Me contaron una vez que hay personas que mienten tanto que acaban creyendo sus propias mentiras... Entonces pensé, que si sonreía tantas veces al día, tal vez acabaría creyéndome mi propia felicidad.

15 de diciembre de 2011

moriré siendo libre


¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera llegado a existir? ¿Que ocurriría, pues, si desapareciese? Reflexiono mas no se preocupen, esto no es una indirecta acerca del futuro, tampoco una forma de concluir mi historia. Tómenlo como la simple teoría que es. Como el planteamiento típico de un ser humano preocupado de su raza, y de los cambios a los que nos somete la vida.

Y es curioso aunque, no obstante, también es inquietante, la forma tan impredecible que tiene la realidad para hacer mella en los demás, para hacernos hueco entre tanta gente de forma que, si alguno de nosotros cayera, en un radio lo bastante cercano caeríamos también como un efecto dominó. Es metamorfosis en su estado más puro y elemental. Es impresionante.

Por lo tanto, hoy no escribiré sobre el amor, ni sobre el pasado. Tampoco confiaré en mis instintos para aventurarme a decir qué sucederá con mi futuro pues lo más probable sea que nada de lo que pudiera decir, ocurra. Hoy hablaré un poco de todo y, al mismo tiempo y consecuentemente, de nada. Expondré exactamente las palabras que cruzan ahora mismo mi mente tal y como así lo hacen pero al final descubriréis que no tiene sentido y por lo tanto tampoco sinopsis lo que voy a decir y digo.

¿Qué soy yo? ¿Qué represento para cada persona que sabe de mi existencia? En ocasiones juego a imaginarme qué deben pensar de mí para hacer o decir de mi persona lo que sé que hacen o dicen de mi persona. Los veo murmurar, o callar a medias las verdades, o evadirme. Luego los veo ayudarme si desfallezco, o cogerme de la mano si tropiezo. Y también hay momentos en los que los necesito, pero no están y no dejan una nota diciendo el por qué se han ido. Simplemente, dejan de estar. Ponerme a intentar buscarle un razonamiento que entre dentro de los parámetros de la lógica, sería una pérdida de tiempo que no estoy dispuesta a cometer en vano. No de nuevo.

Podría cambiar, dicen. Modificar lo que no se acepta, o no se valora de mí. Dejar de aferrarme a viejos principios y demás. Podría aguantar, digo. Obviar palabras de semejantes imperfectos, confiar en mi ritmo, y seguir creyendo en lo que creo con más fuerza si cabe, con mayor determinación. Pero ni lo uno ni lo otro lo haré. ¿Indecisión? Prefiero llamarlo... Indiferencia.

Por esta vez acabo, aunque yo que vosotros no tomaría mucho en cuenta estas palabras. Tan sólo es un lavado de inspiración y mente necesario para proseguir

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