Me contaron una vez que hay personas que mienten tanto que acaban creyendo sus propias mentiras... Entonces pensé, que si sonreía tantas veces al día, tal vez acabaría creyéndome mi propia felicidad.

7 de diciembre de 2011

deberías


Dedicarle una sonrisa diaria al “bienvenido” del felpudo de la entrada. Sacar jerséis de lana en pleno Diciembre, buscar entre mis cajones alguna receta para arreglar (mi) vida(s). Tienes prisa. Te marchas, pero no me lo dices. Supongo que estoy bastante fea cuando no sé de qué va el tema. Pero a veces que ni eso… Y quizás la culpa del síndrome “nitellamonimeacuerdo” equivale a una reacción totalmente lógica a mi falta de lógica. Creo que es un buen momento para empezar a pedir perdón por todo aquello que dijiste y yo actué como si una sordera repentina se hubiese adueñado de mí ser. Pero así soy yo, medio descerebrada y algo relamida. Siempre tiendo a buscar besos cuando alguien ya se ha cansado de los míos, pero a mí me la come. Soy vagamente consciente de lo mucho que me cuesta ser indiferente. Y de repente va y apareces. Me obligas a que mis días terminen cuando empieza otro, y así seguidamente. A veces olvido que hay una especie de ley que me obliga a quitarme las halas y me ordena centrarme en esto a lo que llama “vida”. Estoy, del verbo estar. Aunque nunca me ha gustado eso de ser alguien para alguien, alguien más allá que vagamente un ser humano más que por des/o/gracia le ha tocado compartir una porción de su vida a mi lado. Aunque la verdad (y no por ser yo) he de admitir que no estoy tan mal, puedo hacerte feliz un rato de mi estancia. Ya sabes, lo mío es un círculo vicioso comprendido entre palabras Disney y salidas de camionero. A veces los “te quieros” sabrán amargos y algo así como “te odio” sabrán a gloria. Comprendo que no lo entiendas, tampoco te aconsejo que lo intentes. Lo ha escrito alguien que no sabe en qué día de la semana está. Las cosas son así. La gente no cuerda gobernará el mundo. Y yo sigo y espero, desquiciarte con ejemplos tontos, con cambios de temas improvisados que siempre dependerán del tiempo. Y algún que otro "lo siento" después de mucho tiempo. Y repito, no procures entender(lo)-me.

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