Me contaron una vez que hay personas que mienten tanto que acaban creyendo sus propias mentiras... Entonces pensé, que si sonreía tantas veces al día, tal vez acabaría creyéndome mi propia felicidad.

6 de julio de 2011

¿cómo se llamaba? a sí, ingenuidad.



Lo que no entiendo es por qué lo complicas tanto. Me lo complicas a mí, enserio. Hubiese sido más fácil si te hubieses quedado callado. Las mañanas me siguen sabiendo a lo mismo, que lo sepas. Las tardes son soportables, pero no sé porque las noches han cambiado tanto. No se trata de necesitar(te), se trata de recordar(te)… porque yo que recuerde esto no era así hace dos meses. ¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha pasado? Sigo siendo la misma, recuerdas? Servía para algo más que para preguntarte “¿qué tal estas?” y consolarte durante una hora diciéndote que todo pasaría. Soy ingenua, lo sé. Pero está demostrado que contra más ingenua es una persona su felicidad en mayor, aumenta. Ojalá mi ingenuidad durará más de dos horas, luego es cuando empiezas a pensar en cada palabra, en esa forma de asegurarte que enseguida volvería, y que ya pasaban dos horas de eso y tu seguías esperándolo. Supongo que si hubiese sido algo más ingenua todavía seguiría esperándole, con mi vestido largo y mi rímel todavía intacto en los ojos. Seguiría pensando que el tren se había retrasado o que le pilló la lluvia de camino de vuelta… pero de tanto en tanto te das cuenta que eres más idiota de lo que pensabas, que incluso él te toma por idiota. Y posiblemente tenga razón y sea la tía más retrasada del planeta, pero me he dado cuenta. He abierto los ojos. Y no te necesito.
Enserio,ya no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario