Me contaron una vez que hay personas que mienten tanto que acaban creyendo sus propias mentiras... Entonces pensé, que si sonreía tantas veces al día, tal vez acabaría creyéndome mi propia felicidad.

6 de mayo de 2012

I was there.


Siento que es demasiado para mí, para lo que yo puedo soportar. Siento que todo esto me cae con fuerza y no lo puedo controlar, ni tampoco puedo evitar que suceda. Tengo miedo y necesito que me abraces, aunque no te conozca ni sepa cuál ha sido tu vida hasta hoy, solamente quiero sentirte cerca.

Es extraño. Había un mundo que nos esperaba, éramos dos burbujas en un pompero arrastradas por el viento hacia la misma dirección. Yo estaba allí para protegerte, para enseñarte que la fe de un hombre renace y muere, y que era tu momento de renacer. Puede que ya no confíes en los sentimientos como este, supongo que todos lo relegamos alguna vez, pero aquello fue real y sé que lo fue.

Tal vez no estuvieras siempre, desaparecieras, o simplemente te quedaras callado frente a mí, creyendo que así pasarías desapercibido, esperando a que pudiera olvidarte. Pero te equivocaste, y seguramente la misma mezcla de confusión y sorpresa que me atenazaba a mí en ese momento formara parte también de tu cuerpo. Y sí, te prometí muchas cosas sin palabras... Que todo pasaría, que seguiría estando ahí y aun hoy permanezco aquí. No me preguntes el por qué, porque no lo sé. ¿Esperanza, lealtad? ¿Quién demonios lo sabrá?

Supongo que ya nos hemos influido bastante el uno al otro durante demasiado tiempo. Y yo, a veces me pregunto qué será de mí cuando tú ya no pintes nada en mi vida, si es que ese momento llegara alguna vez a aparecer... Era tan sencillo todo cuando no intentábamos ser lo que no éramos. Pero aquello pasó, sucedió y si regresará o no es algo que depende casi completamente de ti. Yo lo tengo claro.

Te echaré de menos lo más seguro. Me acordaré de tu cara cuando no sabías muy bien de lo que te estaba hablando, de tu voz subiendo el tono cuando yo dejaba de hablar, de todo cuanto yo escribí que no ocurrió, y de los planes que hicimos por nuestra cuenta para que esto fuera bien como iba. Pero cuando un sentimiento no se dice, o se tiene en silencio demasiado tiempo, opta por marcharse sin esperar respuesta.

Quizás tú no seas capaz de percibirlo, pero está ahí. Como siempre, aunque para mí añadiré que también como nunca.


¿Confías en mí? Pues coge mi mano ahora...o nunca.


No verás el camino a menos que decidas caminar. No sentirás la suerte si no decides arriesgar. Esto es difícil pero tiene solución, aunque los sueños se rompan siguen siendo lo que fueron. Y las sonrisas, las palabras, los momentos en nuestro rincón favorito, ¿dónde están? ¿Dónde los escondió la soledad y por qué? Esto dejó de ser lo que era cuando tomamos la determinación de complicarlo todo, cuando de lo más sencillo pasamos a los reproches, las dudas, y la ignorancia por orgullo. Y ahora... Todo eso ha quedado atrás, tal y como se planeó.

Esto raya la ilógica, incluso cuando ya no hay nada más que destruir y quedamos rendidos encima de las cenizas del ayer. No debería haber sido así, y jamás debimos permitirlo, pero el cansancio y la desconfianza hicieron mella en nuestras aspiraciones y terminaron por desfallecer. No hay culpables, al menos quedémonos con esa tranquilidad de saber que ambos fallamos por igual. Tanto tus sueños como los míos se marcharon y ahora tan sólo queda continuar.

Fuimos injustos con quien nos apreciaba, con quien nos cuidaba a su manera. Le juzgamos cuando nosotros éramos los primeros en herir, en burlar a la sensibilidad y su ilusión por vernos sanados. Y ahora caigo en que, ¿para qué? Esas ansias por no sentir nada, por saborear más tiempo el amargo veneno del naufragio... ¿Qué nos ha reportado? Y lo peor es que parece que, por primera vez, no podemos volver hacia atrás.

Sé que no regresarás, que no volverás a ser aquel niño pequeño del principio que se sentía libre y que me hacía sonreír con su sencillez. No volverán los días mágicos en los cuales nos peleábamos por ver quién ganaba en inocentes guerras de ego, o cuando de lo más estúpido podíamos sacar un mundo del que opinar ambos por igual.

¿Verdad que te has ido y no vas a volver? ¿Verdad que me odias y que, en el fondo, todo esto fue solamente un juego para ti? Por una vez, me gustaría que fuese afirmativo. Así al menos uno de los dos podría seguir con su existencia, aun a pesar de que su escapatoria ha sido una excusa. Pero esto va a continuar así, ¿cierto? Cada día más cerca del abismo, cada día con el agua más al cuello, cada maldito segundo que pase más entre la espada y la pared debatiendo si ser sinceros, o seguir siendo indiferentes.

¿La mejor venganza? Ser feliz.



Después de unas historias, vendrán otras. Unas verán finales, otras comienzos increíbles y todo continuará aun a pesar de que no se esté de acuerdo con el cambio y se intente postergar... Tarde o temprano el tiempo ha de venir, y todo ha de seguir. Y yo, ¿qué quieren que les diga? Yo sigo la corriente.

Quizás por costumbre, por comodidad, o por simple pereza no he querido hasta el momento darme cuenta de que mi puesto no estaba en nada de lo que veía, ni en nadie que conociera. Tampoco había ningún sueño por cumplir que no hubiera sido borrado, cumplido u olvidado en el camino... Así que aquí me encuentro, respirando lentamente, sonriendo tímidamente, y presionando tecla tras tecla como movida por la inspiración, por el flujo emocional y las sensaciones dosificadas.

Siempre, por desgracia o por virtud, he sido una chica que tenía demasiado en cuenta sus sentimientos. Una corazonada para mí valía más que cualquier tesoro, y tan sólo por seguir tus dictados, arriesgué todo cuanto era y poseía... Tan sólo por una meta, un objetivo, por la culminación de un sueño. Perdí y gané en ocasiones, casi siempre andaba en equilibrio. Si algo no me satisfacía, lo dejaba pasar al igual que si algo tenía una segunda oportunidad se la daba y seguía luchando. Nunca he abandonado algo que me hubiera propuesto poner en marcha.

Así pues siento que ahora empieza una nueva etapa. Un cambio diferente y necesario que, espero, me lleve hasta nuevos horizontes, nuevas ilusiones y con fe renovada en mí misma. No me arrepiento de ni una de las palabras que escribí o dije, al igual que no reniego de los actos que cometí pues los hice en pos de un sueño. Yo, al menos, fui directa y clara en mis intenciones. Lo que los demás hicieran... Eso ya es historia.

5 de mayo de 2012

la magia de un pequeño teatro.



Tómame de la mano y huyamos. No, no para siempre. Tan sólo déjame mostrarte por qué prefiero sonreír, a qué altura están los sueños inalcanzables, o por qué el tarro de las galletas nunca lo pudiste encontrar... Te explicaré por qué me encanta el olor del mar, y por qué detesto las avispas. Mi mundo a cambio de un día, un rato. Sé que no es mucho, yo no lo elegiría como plan alternativo, pero espero que así traspases la cerradura de mi mirada y consigas ver a través, como un viaje muy efímero del que solamente te puede quedar el recuerdo.

Un teatro en medio del bosque, de repente, inundó mis sentidos con su historia. Tocaban una melodía triste y apagada, suaves telas azules oscuras y moradas emulaban al viento y a la oscuridad a ambos lados del pequeño tablón donde se iba a escenificar el acto. Un par de velas tenues y casi a punto de apagarse, lo iluminaban. Nadie había en escena, salvo una pequeña luna que descansaba en medio del escenario. Una luna de purpurina color violeta hecha de cartón. Por un instante, me sentí bien, atrapada por aquella magia que desprendía esa sencilla imagen.

-¡Mira, mira! Quedémonos a verlo.

-No me apetece. -. Dijiste de forma tajante al mismo tiempo que te girabas y comenzabas a marcharte, con los ojos fijos en el suelo, las manos en los bolsillos y a paso lento.

Corrí tras de ti. No tenía a nadie más en ese momento, ni aunque lo hubiese tenido, no quería dejarte marchar. No cuando estabas aquí, por mí. No era capaz de abandonarte, de no seguir cada uno de tus pasos. Te agarré de la camiseta por la espalda, luchando conmigo misma por no llorar o no parecer demasiado débil. Te diste la vuelta, quedando frente a mí, con el rostro serio e impasible. Conseguí dibujar una sonrisa un tanto forzada, y te rodeé la cintura con los brazos, abrazándome a ti con fuerza.

-Va, venga, tan sólo un poquito. Si accedes, prometo no pedirte nunca nada más.

Silencio. Supongo que lo tomé como un sí. Nos sentamos en la hierba, fresca y húmeda; tú con la espalda recta, y sin una expresión concreta en la mirada. Yo a tu lado, como los indios, o como los aprendices, o simplemente yo. Sin quererlo, reí bajito para que no pudieses oírme, para mis adentros. Lo había logrado.

Comenzó la función. La historia, trataba del valor que le damos a las cosas. Usaban metáforas tan atípicas como los astros, las estrellas, la tierra o el agua para relatar cómo se soñaba, o a qué sabe un guiño. Contaba la vida de un pequeño mago que vivía en un lejano reino. Antaño, había sido un chico alegre, despierto y aventurero. Con el paso del tiempo, y a causa del continuo embate de la vida, comenzó a no creer en nada, a crearse un mundo en el que poder echar la llave al pasado, y poco a poco fue marchitándose... Hasta que, un buen día, mientras dormía, se le apareció una pequeña niña, tímida y de andares gráciles. Se convirtió en su compañera, su amiga, su cómplice, y ambos pasaban las horas del sueño de él para poderse ver, jugar, o simplemente para hacer realidad aquellos deseos imposibles que perseguían.

-¿Eres real? -.Él muchas veces le preguntaba a ella.

-¿Por qué no iba a serlo? Si crees en mí, sin confías en mis palabras, yo siempre estaré contigo. -. Le respondía ella siempre.

-Pero, ¿y cuándo crezca? ¿Seguirás apareciéndote en mis sueños? -. Se apresuraba a decirle, antes de que pudiera huir de nuevo al avance del amanecer.

-¿Quién sabe? Yo seguiré existiendo para ti mientras tú me necesites.

-Es que no sé si necesito a alguien, no sé a quién necesito.

-Eso quiere decir que sí... Y me alegro de que haya sido un sí.

Esa fue mi parte favorita del teatro...