Me contaron una vez que hay personas que mienten tanto que acaban creyendo sus propias mentiras... Entonces pensé, que si sonreía tantas veces al día, tal vez acabaría creyéndome mi propia felicidad.

26 de octubre de 2011

Vamos a mentir un poco.


No es él. No tiene esa forma de hablar, ni ese gesto. No tiene esa puta facilidad para hacerte sentir especial. No lo consigue. No consigue que cada día me muera de ganas por estar con él. No tiene sus manos, sus palabras... Sus expectativas no enlazan con las mías. Sus complementos tan solo servirían para destacar aún más mis defectos. No se atreve a llamarme cada noche. No se despide con un “buenas noches, cielo”. No creamos frases. No surgen temas tontos con los que pasarnos media noche hablando de nada en particular. No me conoce, todavía no sabe hasta dónde soy capaz de cagarla, y hasta donde llego. No sabe quien soy ni para que sirvo. No sabe cuanto me cuesta dar el primer paso. No aparece cuando menos lo espero. No reconoce cuando me enfado, ni tampoco nota mi sarcasmo ni mi ironía a la primera. No podría describirme, no sabe donde quiero a ir a vivir. No sé ni que música le gusta, o si alguna vez ha escuchado algún grupo de mi tablón. No sé si le gustan los animales… No te quiero.



24 de octubre de 2011

La gente se asusta de lo que no entiende y se basan en presunciones.


Después de tanto, ahora eres mi despiste y sólo existes en las arrugas que formo en ocasiones especiales, cuando pierdo un autobús, las llaves o el poema; cuando me estampo contra algún cristal, tan transparentes son los cristales a veces... Cuando escucho una canción quince veces. Seguidas. Ahí estás, reinando el laberinto de las noches en que no encuentro el baño, el camarero que me indique el camino, cuando el bar, el mundo deja de ser algo conocido y me pierdo unos segundos.
Si es que eres mi torpeza y la mala leche de después.
Ahí te he colocado, en mi cara de idiota, porque a las personas, cuando pasan, hay que ponerlas en algún sitio, saber qué fueron y acomodarlas, porque luego unas serán un silencio mientras hablas sobre tomates, otras serán un suspiro mientras buscas el desodorante y otras, como tú, serán un berrido, un insulto a nadie después de meter el pie en el único charco de la calle

-Si supieras que nunca he estado en Londres volverías de Tokyo.

19 de octubre de 2011

A veces es necesario mentir.


En algún momento recordarás todo eso que alguna vez llegaste a pensar. No sé si en lo mucho que me echaste de menos o en lo que poco que lo has hecho. La verdad es que no me va a importar esa respuesta dentro de dos o tres meses. No me va a importar si en todo este tiempo me has querido olvidar o por el contrario, recuperar. Yo supongo, que para entonces te podría admitir que nunca me fui. Siempre estuve ahí, siempre te hubiese esperado si me lo hubieses dicho. Así de simple. Pero ahora para ti, yo ya no estoy. No me haces falta, nunca lo has hecho.

13 de octubre de 2011

Fly away.


A veces resulta acojonante sentirse la dueña de tus propios pasos, ¿Verdad? Tú decides si hoy das un paso más o si te quedas dónde estás. Eso sí, intenta nunca retroceder. Ya sabes, nunca te replantes cuestiones después de haberlo pensado más de cinco minutos. Las decisiones que valen la pena se responden sin pensar. Ni pestañeos ni mierdas, se responden por intervalos defectuosos del sistema neurocerebral que con espasmos te llevan a tomar decisiones descabelladas, tontas e incluso egoístas… pero esas son las que recordarás. Son de las que quizás te acabarás arrepintiendo o simplemente sonreirás. Nunca se sabe, pero son capaces de cambiar tu vida tanto como para bien, como para mal.Pero avanza, corre el riesgo y déjate llevar por espasmos cerebrales.

2 de octubre de 2011

Re(cuerdos)


Busca algo de sensatez bajo todas esas cajas que amontonas en el trastero. Busca algo que te haga perder el tiempo, que te haga olvidar todas esas cosas que nunca aprovechaste. Encuéntrate en cajas de hace diez años, lee libros viejos y sonríe al leer esas frases que subrayabas de color morado. Si quieres, abre alguna maleta, esas que nunca usaste, porque pasar más de dos noches fuera de casa nunca te ha gustado. Quien te viera ahora. ¿Ves? Tu cartera rosa fresa, tus pendientes gitana tipo Esmeralda de cuasimodo. Fotos, algún que otro peluche olvidado. Ese olor a viejo que te hace estornudar, mamá ahora te diría que te tomes las pastillas de la alergia. Tú de nuevo, con esas zapatillas nuevas, que el abuelo te aseguraba que con ellas serias la que más rápido corriese. A ti te brillaban los ojos. ¿Te has dado cuenta? Todas esas cosas siguen ahí, como tú las dejaste. Muchas a medio terminar, rotas o incluso olvidadas. Pero las tienes, nunca las vas a perder. Nunca. Créeme, son tuyos. Nadie te los puede quitar. Solo tienes que hacer memoria, recordar. No olvidar nunca lo que siempre te ha hecho sonreír. Porque siempre te hará sonreír un recuerdo pasajero. Una palabra de hace diez años recordada un lunes a las nueve de la mañana… te puede alegrar el día.