- ¿Qué te ocurre?
+ Nada déjalo.. no lo entenderías, nadie lo hace nunca.
- Déjame intentarlo, si no...
+ ¿Si no qué? tranquilo, te cansarás en nada de mí como lo hacen todos...
- Yo creo conocerte mejor que esos otros..
+ Si claro, ¿me lo creo o qué?
- Sí, déjame decirte que sé que no sientas la cabeza porque la vez que lo hiciste sufriste la mayor traición que existe en cuanto amor se refiere. Y desde ese día pusiste un escudo para que nadie dañase tu corazón más de lo que lo hicieron. Pero yo te prometo que si quitas esa armadura no haré otra cosa que reparar el daño con besos. Te prometo que veré todas las películas que me has recomendado, estaré en tus juicios, callaré a la gente, te abrazaré cuando lo necesites y te atenderé a las tres de la mañana. Te alejaré de las peleas tentándote con una mirada pícara, compartiré mi bebida, me reiré de tus chistes y me enfadaré cuando no me llames. No dejaré de salir con mis amigos pero te guardaré un hueco al final de la noche y todos los días de entre semana, me dormiré acariciándote y dejaré que me desnudes con tu respiración en mi boca.
+ Son sólo palabras.. aun que en lo primero tengas razón y no... no me volveré a quitar ese escudo, quiero proteger mi corazón siempre, no quiero que le vuelvan hacer daño nunca más, duele demasiado, no quiero aguantarlo de nuevo...
- Pues.. permíteme decirte una última cosa...
+ ¿Qué?...
- Déjame ser tú amigo y demostrarte que haré todo lo que te he dicho de alguna forma.
+ Me dejarás de lado cuando aparezca una niñata de metro setenta y guapa.
- Nunca... créeme aun que sea sólo en esto, dame una oportunidad de ser tú amigo.
+ Está bien... no me falles tú también, pero.. no quitaré mi escudo que conste.
- Ese es un riesgo que quiero asumir...
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