Me contaron una vez que hay personas que mienten tanto que acaban creyendo sus propias mentiras... Entonces pensé, que si sonreía tantas veces al día, tal vez acabaría creyéndome mi propia felicidad.
20 de abril de 2011
Cuento de princesas para marmotas que no pueden dormir.
....................................................................
Érase una vez una princesa. Pero no una princesa cualquiera, ella no lucia aquel vestido bonito que suelen llevar, ella no montaba a caballo por prados verdes mientras sonaba alguna melodía llena de felicidad. No, definitivamente ella no era feliz, como en tantos cuentos para niñas... Ya que no es un cuento para niñas, es un cuento para ti.
Hacia tiempo que un pequeño mozo del castillo estaba enamorado de ella. Y la princesa sabia que lo que el sentía era sincero, pero no podía corresponderle. Su cuerpo, su mente, su tristeza no le pertenecían a el, sino al príncipe con el que estaba destinada a casarse, y a tener un amor eterno, de esos que son para siempre pero nadie cree en ellos totalmente.
Muchas cosas dependían de esta boda, y tenía la obligación absoluta de obedecer... aunque en el fondo no lo amara, más allá de aparentarlo.
Un día cualquiera, faltando poco para el casamiento, la princesa desapareció del castillo. Miles de búsquedas fueron organizadas por su padre, otras tantas por su prometido. Pero nadie la encontró, había desaparecido para todos, la sentían lejos...
Cansado de esperar, aquel mozo enamorado decidió comenzar su propia búsqueda. Monto a caballo, y galopó por toda la tierra durante horas, durante días, meses, años...
Cuando después de tanto tiempo, y cuando todo parecía imposible, el insignificante mozo la encontró, perdida y sola, sin nadie a su lado que la entendiera. Ella lo estaba pasando mal.
Estaba muy cambiada, su pelo destrozado, su cara no era tan bonita como la recordaba, aquellas luces que la hacían pertenecer a la realeza se habían apagado.
Aun así la recordaba, no le hacia falta nada mas que mirarle a los ojos, su mirada seguía siendo igual de intensa que antes, y el amor de este chico tampoco era para menos.
Ella le contó que no amaba a su prometido, que no podía casarse con el sin amarlo. Que no soportaba la idea de hacer algo que no sentía de verdad. Que no podían obligarla a querer. Hablaron durante mucho tiempo, y le contó que había comenzando ese largo viaje solo porque la quería, y sin arriesgar no tenía oportunidad de ganar. La princesa entendía los sentimientos del chico, todo lo que había sufrido para encontrarla. Las locuras que llego a cometer. Llamarlo locura, arriesgado, ella prefería llamarlo valentía.
Pero después de sufrir todo aquello, no se sentía capaz de amar a nadie. Ya no confiaba en aquello que le impusieron por la fuerza, aquella confianza que le habían arrebatado. Amor.
El, la entendió.
Le dio su apoyo durante todo el tiempo que estuvieron separados del resto del mundo, que fue muchísimo. Poco a poco la princesa se fue enamorando de el, poco a poco llegaron los besos, las caricias, aquellas miradas... Las risas, conversaciones mientras se abrazaban en algún césped perdido. Poco a poco llegaron ilusiones, cada vez más fuertes e irrompibles. Su pesadilla de cristal se hizo cada vez más rígida.
Y entonces comprendió que le amaba. Que habían coincidido en sus vidas para conocerse, para quererse. Para poder llegar a amarse como ya habían hecho. Y comprendió que ese para siempre, existía. No solo formaba parte de los cuentos que días atrás le contaron, formaban parte de su felicidad.
Porque ahora, junto a el, solo el, era feliz. Mas feliz que nunca, si alguna vez llego a serlo anteriormente, o solo fueron falsas ilusiones...
Siguieron viviendo alejados del mundo, la princesa siguió siendo una mujer más del montón, pero tenía a su otra mitad, entonces nada mas importaba. Sus días en el castillo quedaron muy atrás, aquellos días oscuros, llenos de soledad sin amor, de vacío y dolor. Escapó de todo aquello. Ojala hubiera sabido escapar con su amor para siempre desde el principio. No hubiera perdido tanto tiempo, regalado a la tristeza. Si pudiera volver atrás, estaba segura de poder recuperar ese tiempo con el, de volver a enamorarse, de creer en una eternidad y escapar juntos... Pero al fin y al cabo, ahora si estaban juntos, eso era lo que contaba.
Y quizás no comieron perdices, quizás no vivieron para siempre. Quizás no todo fue bonito en sus vidas, quizá les costo muchísimo. Quizás sufrieron, cada uno por su parte.
Pero te puedo asegurar que murieron felices...
---------------------------------------------------------------------------
NOTA: se que siempre digo que los mejores finales son los que acaban mal, pero esta vez no podía pensar así. Desde un principio en la historia pensaba terminar mal de alguna forma, quizás matando a la princesa, o al chico. Pero mientras escribía comprendí que no podía hacerlo, necesitaba que esta historia tuviera un final feliz. Porque ya hay suficiente tristeza en la vida real.
Al menos soñare con finales felices en mis cuentos, es lo único que tengo. Se que se aleja un poco de lo que te conté esa noche medio dormidos, pero el cuento sigue siendo el mismo.
Espero que te guste ^^
Firmado: Antonio.
Atrás quedaron sus días en aquel castillo oscuro...
-----
PD: ya te vale mirarlo tanto XD
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario