Me contaron una vez que hay personas que mienten tanto que acaban creyendo sus propias mentiras... Entonces pensé, que si sonreía tantas veces al día, tal vez acabaría creyéndome mi propia felicidad.

24 de octubre de 2011

La gente se asusta de lo que no entiende y se basan en presunciones.


Después de tanto, ahora eres mi despiste y sólo existes en las arrugas que formo en ocasiones especiales, cuando pierdo un autobús, las llaves o el poema; cuando me estampo contra algún cristal, tan transparentes son los cristales a veces... Cuando escucho una canción quince veces. Seguidas. Ahí estás, reinando el laberinto de las noches en que no encuentro el baño, el camarero que me indique el camino, cuando el bar, el mundo deja de ser algo conocido y me pierdo unos segundos.
Si es que eres mi torpeza y la mala leche de después.
Ahí te he colocado, en mi cara de idiota, porque a las personas, cuando pasan, hay que ponerlas en algún sitio, saber qué fueron y acomodarlas, porque luego unas serán un silencio mientras hablas sobre tomates, otras serán un suspiro mientras buscas el desodorante y otras, como tú, serán un berrido, un insulto a nadie después de meter el pie en el único charco de la calle

-Si supieras que nunca he estado en Londres volverías de Tokyo.

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